
En un caluroso día del mes de agosto de 1788, en la ciudad de Málaga, un grupo de devotos se congregó en la capilla de Nuestro Padre Jesús Crucificado con el título de Zamarrilla, ubicada al final de la calle de los Mármoles, en el Barrio de la Santísima Trinidad, extramuros de la ciudad. El propósito de esta reunión era celebrar un cabildo y acordar los capítulos de constituciones que servirían como regla y buen gobierno para su hermandad. Estos fueron los modestos inicios de lo que se convertiría en la venerable Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y María Santísima de la Esperanza.
Los orígenes de esta hermandad se remontan a la visión de Antonio Barranquero, quien junto a otros devotos, inició un «rosario callejero» en la zona, reuniendo limosnas y monedas mediante la venta de baratijas. Con los fondos recaudados, se construyó una pequeña edificación que se convertiría en un foco de devoción en la comunidad. Con la talla de un crucificado realizada por Lorenzo Marcelli y su ubicación en la ermita, se dieron los últimos pasos para la creación de la hermandad.
Sin embargo, el momento crucial llegó el 10 de septiembre de 1788, cuando el Gobernador, Provisor y Vicario General, Dr. D. Antonio García de la Cámara Maroto, otorgó la aprobación oficial de las primeras constituciones de la hermandad. Estas constituciones, a través de sus veinticuatro capítulos, revelan que la hermandad se estableció con la finalidad de proporcionar a sus miembros un lugar y un modo específico de entierro.
A partir de 1792, se construyó el camarín donde la imagen de Nuestra Señora de los Dolores recibiría culto. Al mismo tiempo, se fundó la Congregación del Santo Rosario de Nuestra Señora de los Dolores, que canalizaría la devoción de Zamarrilla hacia el culto externo.
A lo largo del siglo XIX, la hermandad comenzó a consolidarse, a pesar de los desafíos de la época, como la exclaustración y desamortización que afectaron a otras cofradías en Málaga. La hermandad se centró inicialmente en proporcionar un lugar de entierro a sus miembros, y se realizaron peticiones para la adquisición de terrenos en el nuevo cementerio malacitano a partir de 1822.
En 1889, bajo la dirección del obispo D. Marcelo Spínola y Maestre, se aprobaron los nuevos Estatutos de la Ilustre y Venerable Hermandad del Santo Cristo de Zamarrilla, que actualizaban la vida corporativa y definían las funciones y misiones de la cofradía.
En 1921, se instituyó la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, que se centró en captar hermanos y consolidar su institucionalización. Un año después, el 16 de marzo de 1922, la hermandad se unió oficialmente a la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga. Fue durante este período que se cambió la advocación de la Titular, que pasó a ser conocida como María Santísima de la Amargura.
La historia de la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y María Santísima de la Esperanza es un testimonio de fe, perseverancia y devoción que se ha mantenido viva a lo largo de los siglos, convirtiéndose en una parte integral de la rica tradición religiosa de Málaga.